El Masaje Infantil, asignatura en nuestra Educación.
Un espacio familiar que te abre las puertas a tu bienestar
Cada vez hay más bebés con alergias y esto es un tema que nos preocupa. Para que nos hagamos una idea, en Suecia se produce entre un 30 y 40% de presencia de algún tipo de alergia en bebés, es decir, al menos el 30% de los bebés tienen algún tipo de alergia. Las razones pueden ser varias, desde estilos de vida durante el embarazo, algo que se puede cuidar, factores ambientales, e incluso estilo de vida los primeros años de la infancia. Estas son las principales razones que podrían llevar a las alergias.
Un estudio de Fredrik Stenius indica que han descubierto que los niños con niveles bajos de cortisol en saliva tienen menos incidencias de alergias en los primeros dos meses de vida, al menos si se los compara con el resto de niños. Hay que tener en cuenta que el cortisol es la hormona del estrés, aunque también se tienen en cuenta los factores psicosociales, siendo estos los principales factores relacionados con las alergias. Por esto mismo, seguirán habiendo un seguimiento de los niños desde que nacen.
Según este estudio, podemos llegar a que los factores que se regulan con el estrés podrían influenciar en que aparezca y se desarrollen las alergias en los niños, por tanto niños con estrés podrían tener alergias y niños sin estrés serían menos proclives a padecer alergias.
Podemos pensar entonces que si el estrés da mayores posibilidades de tener alergias, para reducir estas probabilidades hay que reducir las tasas de estrés de los niños. Por eso mismo se deben tomar las medidas necesarias para que los bebés no tengan estrés, cuidando los factores que les rodean y el estilo de vida. Por supuesto, hay que tomar medidas desde antes incluso que nazcan, porque recordemos que el estrés en las madres también podrían ser contagiado a los bebés.
Desde siempre se ha creído que los problemas que manifiestan los bebés a la hora de dormir son cosa normal y que todo se va normalizando con el tiempo, la realidad es que a partir de cierto tiempo el niño es perfectamente capaz de dormir tranquilo durante la noche, si no lo hace, es porque sufre de trastornos del sueño, algo que puede ser mucho más complicado de lo que se supone.
Un nuevo estudio que se llevó adelante en Estados Unidos ha puesto de manifiesto que aquellos bebés que tienen problemas de sueño son mucho más propensos a continuar con sus dificultades de descanso durante toda la niñez, comparados a aquellos otros bebés que no tienen problemas a la hora de dormir.
La investigación estuvo a cargo de los especialistas del Centro Médico del Hospital de Niños de Cincinnati que se basaron en el estudio de un grupo de niños menores de 3 años, hallando que uno de cada diez pequeños tiene problemas de sueño tales como sueños cortos, pesadillas, dificultad para relajarse y quedarse dormidos o imposibilidad de dormir en su propia cama.
En general cuando esto ocurre se suele suponer que con el tiempo la situación mejora, los especialistas coinciden en que esto no es así, los problemas del sueño no son algo típico sino que es la manifestación de un problema que empieza temprano y que luego persiste durante años, perjudicando los ritmos y rutinas de la familia y la capacidad del niño a tener un sueño reparador, indispensable para su crecimiento sano, ya que se ha comprobado que esos pequeños que no duermen bien se ven afectados de varias maneras.
Durante el estudio se encuestó a un total de 250 madres sobre los hábitos de descanso de sus niños cuando tenían 6, 12, 24 y 36 meses de vida, gracias a ello se pudo comprobar que una vez que comienzan a tener trastornos del sueño era muy improbable que las superen solos, en comparación a aquellos que si durante el primer tiempo no tenían problemas del sueño tenían buenas chances de no tenerlos nunca.
Entre 21 y 35 de cada 100 niños que manifestaron problemas a la hora de dormir continuaban teniéndolos durante su infancia, no necesariamente en los mismos planos, ya que los especialistas descubrieron que los problemas podían ir cambiando a medida que el niño iba creciendo, por ejemplo, hacia los 2 años de vida los pequeños tenían dificultad en quedarse dormidos y mantenerse así, hacia los 3 años en cambio el problema parecían ser los sobresaltos y las pesadillas.
Lisa Meltzer, especialista en sueño infantil de National Jewish Health en Colorado, participante de la investigación, comentó:
“El sueño tiene que ser una prioridad para toda la familia. Los padres deben tener rutinas y horarios de sueño y de despertar consistentes. La investigación ha demostrado que todas estas cosas son muy importantes”.